Yo también miré con los ojos heredados,
los que ven el camino, pero no el abismo.
Dime pequeña Caperucita:
¿Qué ojo se abre cuando los otros dos están cerrados?
Con mi gran ojo pasé por el bosque,
me hice de viento y raíz…
y descubrí que no toda sombra viene por mí.
¿Qué despertó en mí?
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Ahora he despertado,
ya no soy la que huye,
ni la que obedece, ni la que calla.
Soy todas mis versiones fundidas en una cara.
tú que me estás leyendo, dime:
¿Qué significa dos caras en mí?
Yo mentí con dulzura y afilado encanto,
y por cada palabra, dejé un quebranto.
Creí que era astucia lo que me guiaba,
pero era vacío lo que me empujaba.
Ella no me hirió con espada ni juicio,
solo me miró… y ya no fui el mismo.
Desde entonces ya no engaño al camino,
porque el que engaña, se pierde a sí mismo.
Dime,
¿Quién llora cantando este verso?
Vi a la niña pasar por mi lado,
una temblando, otra enredada,
y una con fuego bien despertado.
Vi al lobo jugar a sombra y abrigo,
mentir con voz dulce, seguirla en sigilo.
Y vi cómo, al fin, sin clavarle un diente,
ella lo miró… y lo volvió ausente.
Yo, que no ando pero todo siento,
sé cuándo el cambio sopla en el viento.
Yo, que no me muevo, sé cuando alguien cambia de raiz
¿Qué soy?
